No ama el fuego quien no consigue dominarlo. Por esta razón los animales, incluso los primates no humanos, huyen de él. Pero, para el Hombre, el fuego se convirtió muy pronto en un amigo y más tarde en una de sus obras. (...)
Ciertamente la conquista del fuego ha representado un gran paso en el desarrollo cultural y en la misma evolución biológica del hombre. Mediante el fuego, la estrategia para enfrentarse a los distintos medios se enriqueció con un nuevo instrumento. El fuego podía permitir afrontar los medios más fríos y los más templados, bien sea al aire libre o dentro de la cueva. Se puede mantener que el uso del fuego haya sido un factor importante para la difusión del hombre de África a Europa y Asia.
Muy probablemente el fuego representó una forma de defensa contra los animales carnívoros, que atemorizados por su resplandor, se mantenían lejos del campamento, especialmente de noche. Se debió utilizar además para conducir manadas de animales hacia trampas (...).
Pero sobre todo, la utilización del fuego para la cocción de alimentos supuso una ventaja indiscutible en la dieta del hombre. Los productos animales y vegetales se digieren mejor si están cocidos. Aumenta así su poder nutritivo. De igual forma se hacen menos necesarias estructuras esqueléticas y musculares especialmente fuertes para masticar. Es probable que el aligeramiento del esqueleto facial se llevase a cabo en correlación con los cambios operados en la dieta y que estuvieran determinados por la cocción de los alimentos.
Tampoco se debe olvidar la importancia del fuego como elemento de unión de la familia y del grupo. En torno al fuego se refuerzan los vínculos sociales y se desarrollan mitos y símbolos de naturaleza espiritual y religiosa. La conquista del fuego fue, por lo tanto, uno de los factores más importantes para el éxito del hombre.
Fiorenzo Facchini
"El origen del hombre", 1990.